Un día salí de mi país en busca de un mejor futuro. Llegué a tierras extrañas y enfrenté grandes retos en busca de “la felicidad”. Poco a poco creé raíces, y entre el orgullo de los logros obtenidos palpitaba mi deseo de algún día volver a mi tierra. Casi sin darme cuenta, dos grandes naciones ocuparon el mismo espacio en mi corazón. ¿En dónde está la felicidad? ¿Cuál es ese gran progreso que todos buscamos?
En el último viaje a mi país, vi mi vida y a mi gente desde otra perspectiva. Le di a las cosas el valor que solo se les puede dar cuando venimos desde un espacio de gratitud, de conciencia, de transformación. Dejé de comparar el dólar con el peso; el total de los salarios mínimos, los altos rasca-cielos con la hilera de casitas que se divisan a lo largo de las montañas.
Pude volver a ver a mi patria desde su esencia, presenciar que las flores en su frágil y dulce naturaleza son más que un motivo de gran orgullo para celebrar. Me encontré con familias reunidas disfrutando de una caminata al aire libre, de una comida tradicional. Encontré vecinos, nuevos amigos, taxistas, vendedores ambulantes que te sonríen, que te envuelven en su conversación. Pude ver el progreso de mi ciudad; gente disfrutando de la comodidad del lujo.
Vi a mi país con otros ojos. Comprendí que tomar una siesta no es holgazanería, que beber agua desde la llave del grifo es un beneficio que todos pueden disfrutar. Lo viejo se convierte en tradición de orgullo, lo pasado de moda, en motivo de risa, la rutina, en estabilidad. Me encontré con americanos que encontraron en mi país lo que fui a buscar en el suyo, encontré a quienes un día al igual que yo partieron, y decidieron regresar. Me topé con quienes no piensan dejar su país para vivir en otro, porque sienten que en el propio, tienen todo lo que pudiesen desear. Y en medio de todo esto, estoy yo, agradecida por lo que un país extranjero me ha brindado, regocijada por la experiencia de haber conocido y de haberme adaptado a otra cultura, orgullosa al hablar de Nueva York. Sintiendo en mi tierra el amor por otras tierras, pensando en la esencia de los Estados Unidos; en donde hay muchas oportunidades de trabajo, de viajar, de deleitar los platos típicos de cualquier país del mundo, en donde se convive con diversas culturas, deportes, costumbres, lenguajes y sueños.
Amo a mi país desde Nueva York. Amo a los Estados Unidos desde Medellín, porque en el corazón no existen fronteras, porque desde la esencia solo se disfruta de las cosas hermosas que tenemos alrededor, estemos donde estemos, vayamos a donde vayamos. Los sueños se cumplen aquí y allá y los miedos, detienen nuestro progreso sin importar la tierra en donde estemos.
En todo el mundo se sueña, se progresa, se encuentra el amor, se trabaja, se vive, se siente la pasión. Es en tu interior en donde está la fuerza y el poder para lograr ese éxito, y esa felicidad, que buscamos en un país, en una profesión, en un titulo, en un trabajo, o en un estado migratorio.
Vive y valora el lugar en donde elegiste vivir, elige vivir en el lugar donde quieres estar. Tú tienes el poder de crear tu vida, en cualquier sitio, en cualquier momento, a cualquier edad.
Mireya Posada
LATINO SHOW MAGAZINE
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