El
Diamante, símbolo de poder, exclusividad y estilo, es la piedra preciosa más
cotizada entre las mujeres que se distinguen por su finura y buen gusto. Un
lujo que se ha convertido en un símbolo de compromiso eterno, cuando un
hombre elige ponerlo en la sortija que brillará en la mano de la dama a quien
él quiere conquistar por el resto de su vida. Un sueño casi de hadas, que puede
convertirse en pesadilla para quienes no saben identificar el valor de este
preciado mineral.
Y
es precisamente la habilidad de identificar y evaluar las
piedras preciosas o gemas, lo que
convierte la Gemología en un arte, y a Stephanie Arenas, en la experta
gemóloga más joven de la ciudad de Nueva York; titulo que le fue otorgado en el
Instituto Gemológico de América (GIA) a la corta edad de dieciocho años, y que ha marcado un gran
precedente en este gremio, ya que esta profesión está dominada en un
98%, por hombres.
Stephanie
nació en Cali, Colombia. A la edad de 5 años entró en
contacto con el mundo de las joyas; creció asistiendo a talleres de joyería,
gracias a que su padre adoptivo, el señor Germán Rojas -un reconocido
diseñador de joyas colombiano- le inculcó el amor por esta profesión. En 1998,
Stephanie y su familia viajaron a los EEUU para quedarse, dejando atrás años de
arduo trabajo, pero en conexión con varios de sus talleres de alhajas, en donde
se manufacturaban piezas a nivel nacional.
La
experiencia y el conocimiento en este arte, le sirvieron como base para
edificar una nueva vida en el país de las oportunidades, por eso, al terminar
la instrucción secundaria, Stephanie, con el apoyo incondicional de Venus
Orozco; su madre, se inscribió en la institución GIA, en la “ciudad de los rascacielos”, para obtener su
certificación como Gemóloga.
Obtener
este título le requería certificar
200 diamantes en un periodo de tres semanas, exigencia que ella concluyó en dos, para certificar 150 diamantes extras, en la semana restante.
Este excelente record, le garantizó varias ofertas de
negocio, en los cuales esta extraordinaria colombiana, ha ganado la experiencia
de la que goza certificando piedras de alto kilataje.
La
certificación de diamantes, también conocida como
Certificación Del Proceso De Kimberley es un contrato que obliga a todos
los gobiernos participantes, a rastrear y documentar la ruta de acceso de cada
uno de los diamantes en bruto para su exportación, con el fin de comercializar
legalmente estas piedras preciosas y de denunciar toda práctica ilegal. En especial,
el tráfico de diamantes de zonas en conflicto. Otra función de
la certificación, es estudiar las cuatro C de un diamante: claridad,
color, corte y peso carat, las cuales determinan el costo de la piedra.
La simetría, la florescencia, el corte, el ángulo de la corona y el
acabado del diamante, son otras cualidades que el gemólogo estudia, antes de
certificarlo.
El
diamante es un carbón cristalizado y siempre se va a valorar por sus
características, nunca por la marca de la joya en la cual está engastado,
así que antes de invertir en una piedra preciosa, asegúrese de obtener esta
certificación por medio de un gemólogo, de otra forma, correrá el riesgo de
hacer una mala compra y de perder mucho dinero. Hay otra
herramienta útil que se usa en la determinación de los precios de comercio de diamantes: La lista de precios Rapaport,
la cual determina el valor real de la piedra, antes de ser comercializada.
No
podía dejar pasar esta ocasión para preguntarle a esta experta, de qué forma se
conserva la sobriedad de esta piedra después de estar en constante uso. A lo
que ella me respondió: “El diamante es la piedra preciosa más
dura del planeta y no se puede dañar con otro elemento que no sea otro
diamante; nunca guardes dos diamantes juntos. La vida de esta piedra es la luz,
así que tienes que mantenerla limpia. Lavarla con agua y jabón de manos, con un
cepillo suave, lo mantendrá luminoso”
Actualmente
Stephanie y su padre, están trabajando su propia línea de joyas hechas con
piedras preciosas y semi-preciosas. Creaciones que muy pronto estarán en el
exclusivo mercado, de la gran manzana.
Por Lorena Sánchez
Directora Ejecutiva Editorial / Mireya Posada
LATINO SHOW MAGAZINE
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